La Volumetría

De volumetría simple, sobria y predominantemente hermética, cada una de las doce iglesias comparten la presencia de un cuerpo longitudinal -la nave- y uno vertical -la torre-fachada-, ambos unidos en una grácil simbiosis formal que refrenda la maestría con la cual los carpinteros locales erigieron esta particular arquitectura, reparando en la escala de los elementos, las proporciones y su armoniosa inserción en el paisaje circundante. Estos cuerpos, posados típicamente sobre piedras, se despegan sutilmente del terreno, permitiendo la ventilación cruzada de los entramados de madera del piso; al mismo tiempo, les otorga una mayor presencia en el paisaje y entorno inmediato.

La cubierta de la nave, por su lado, es a dos aguas y, en algunas iglesias, con un ochavo o cola de pato en su extremo posterior. La torre, por otro lado, es el elemento predominante en cuanto a su altura y esbeltez, ya sea en su conformación de dos o una caña sobre el dado basal o en sus distintas variantes que otorga la identidad a cada una de ellas. Destacan algunos templos por la inclusión de puntales exteriores, que cumplen la función de arriostramiento de la nave, como en el caso de Matao y Puchilco.

 
 

la grandeza de las 12 pequeñas iglesias